Precisamente, debido a estos mitos mágicos sobre su nacimiento a las perlas se les han atribuido propiedades sorprendentes, casi divinas. Y es por eso que, con el tiempo, muchos hombres han dado paso a una búsqueda frenética de perlas para conseguirlas y usarlas como talismanes, lo que ha supuesto la destrucción de muchos bancos naturales donde las perlas se formaban.
Ya en la Edad Media, en algunos países occidentales, se decía que las perlas son lágrimas de ángeles rebeldes: de ahí la creencia de que en algunos casos son portadores de lagrimas y por tanto de infelicidad. De hecho, una de las creencias populares más extendidas en algunos países occidentales, incluida Italia, dice que regalar perlas a la novia podría suponer lágrimas en la futura vida matrimonial. Parece que esta leyenda viene directamente de Oriente, donde los pescadores de perlas a menudo no regresaban de sus salidas al mar, dejando a novias y esposas llorando.
Las joyas más antiguas y longevas de la historia de la humanidad son las conchas : empezaron a adornar nuestros cuellos y muñecas hace cien mil años. Solo muy recientemente, hacia 5300 a. C., en Mesopotamia, a alguien se le ocurrió utilizar como adorno aquellas esferas blancas ocultas en algunos moluscos. Nació la pasión por las perlas en un principio en el seno de las civilizaciones asiáticas, pues en sus mares se escondían estos milagros de nácar: en el golfo Pérsico, en el mar Rojo y en las costas indias.
Las caravanas acarrearon el nácar a Occidente e iniciaron un viaje que llega
nuestros días .El primer pueblo occidental en enamorarse de las perlas fue el romano Según Plinio, todo empezó cuando Pompeyo, en el siglo I a. C., celebró sus victorias en Asia Menor con un retrato confeccionado con perlas.
Con su pluma bañada en la misoginia, varios historiadores dejaron testimonio de la ruinosa adicción que el nácar despertó desde entonces entre las mujeres. La más fatal de todas, Cleopatra , poseía las dos mas grandes del mundo.Una de ellas la disolvió en vinagre y se la bebió, para estupefacción de Marco Antonio. Durante siglos se creyó que este cóctel era una leyenda, pero un equipo de científicos demostró recientemente que la solución es posible si el nácar se trata previamente.
En la Edad Media se convirtió en una parte importantísima de la imaginería cristiana, sobre todo como símbolo de la pureza de la Virgen.Decoraron devocionarios, cálices y objetos de culto, así como las coronas, los ropajes y las insignias de aquellos que mandaban por designio divino. El orbe y la corona de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, fechados entre los siglos X y XI, por ejemplo, contienen más perlas que ninguna otra piedra preciosa.
A partir del siglo XIII, con el auge de las ciudades, la pasión dejó de ser exclusiva de aristócratas y dignidades eclesiásticas y se extendió a la burguesía .Las perlas eran símbolo de estatus y, además de en joyas, empezaron a lucirse engarzadas en la vestimenta. Los que no podían pagar las originales recurrían a las falsas, fabricadas con esmalte. El mismísimo Leonardo da Vinci dejo escrita una formula para manufacturarlas.
Algo curioso e que las novias lucían perlas como símbolo de su pureza, y algunos las alababan por sus propiedades curativas: en España, por ejemplo, se creía que beber su polvo fortalecía el corazón .
El descubrimiento de América fue también el descubrimiento de nuevos fondos marinos ricos en ellas. El siglo XVI constituyó el inicio de una edad de oro, o mejor dicho de nácar.. La época de las gigantescas perlas con nombre propio. Dos de ellas, la Peregrina (propiedad siglos después de la actriz Elizabeth Taylor) y la Grande, formaron parte de las joyas de la Corona española.
Para Isabel I de Inglaterra fueron un instrumento político, un símbolo de su condición de Reina Virgen: poseía una cuerda con 600 engarzadas, y en algunos vestidos las llevaba cosidas a la cintura , como realce de su castidad. Pero no serían únicamente grandes damas sus usuarias: una de las más espectaculares es la perla que adornaba la oreja de Carlos I de Inglaterra cuando fue ejecutado .
Durante siglos fueron la única joya que el permitía ostentar a las viudas y a los asistentes a los funerales, pues se recuperó la idea de la mitología griega de que eran las lágrimas de los dioses. Curiosamente, el nácar, entre los siglos XVI y XVII, también se creyó apropiado para un evento totalmente opuesto a la muerte: lo lucían las mujeres embarazadas, pues se consideraba un amuleto de fertilidad.
A principios del siglo XX, en Japón se inventó la técnica para producir perlas cultivadas . El nácar se democratizó y, por tanto, dejó de verse como algo exclusivo. Coco Chanel , que hizo famosos los collares de infinitas vueltas se declaraba fanática de las cultivadas.
Como veis las perlas nos sorprenden, esta llena de curiosidades opuestas.
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